Paris, mon amour!

Las Terrases de las calles de la capital con más glamour del mundo son incluso más pequeñas de lo que parecen. Pero no hay opción: si se quiere vivir una experiencia auténtica en la ciudad del Moulin Rouge se ha de disfrutar de un buen café codo a codo con sus elegantes habitantes.

En 2018 volví a ciudad de la luz, del amor y de ¡los mejores croissants del mundo!. La verdad es que pensaba que ya no me sorprendería, pero una vez más, estaba equivocada. Nada más aterrizar en la capital parisina pude comprobar que aún estaba enamorada de sus calles llenas de vapor matutino, de olor a café recién hecho y de sus gentes de carácter tan particular.

“Hace años decidí viajar a Paris, no pensé que se trataría de un viaje que me abriría la puerta a tantas otras experiencias.”

A cada paso que daba más me adentraba en la cultura de un país con un savoir faire popularmente particular. Sus calles están llenas de ese encanto presente en las películas de Truffaut o Jean-Luc Godard. Y es que pasear por París es como volver a aquella época en donde las mujeres paseaban ataviadas con pañuelos al cuello, trajes a conjunto o bolsos mínimos a juego.

El arte que rodea la ciudad

En ella se encuentran algunos de los museos más interesantes del mundo, cosa que no deja indiferente a quien visita París. Los infinitos pasillos llenos de obras del Musée du Louvre se unen a un interesante arte callejero, e incluso a los puntos más populares recorridos por los Free tours, como el café de Los Dos Molinos. Un café-brasserie que ganó popularidad en 2001gracias a la película de Jean-Pierre Jeunet, Amélie.

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